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Objet’s d’art: Ana Beliza

Objet’s d’art: Ana Beliza

Columna de Ana Beliza

Esta temporada quedó grabada en mi memoria como la reflexión triunfante del objet d’art: esas piezas tridimensionales de pequeño formato que, sin ser pintura, dibujo o escultura monumental, poseen un valor estético excepcional y una identidad artística propia.


Como nunca antes, tuve un paso híper-exprés por la Semana de la Moda de París. Anteriormente, disfrutaba toda la semana viendo la ciudad pasar del día a la noche y de la calma al caos, con todo lo que implica ser la capital mundial de la moda. Se quiera o no reconocer, París es la cuna de la moda y para sus apasionados, la Fashion Week parisina es Disney.

Hace tres años que soy mamá de dos niños maravillosos, uno de 7 y una pequeña de 3. Cada vez que se aproxima la Fashion Week me enfrento a la tarea de distribuir cuidadosamente el tiempo en todos los frentes, considerando mi pasión por mi trabajo, pero recordando que tengo dos personitas divinas que me esperan en casa. En esta ocasión, tras una visita importante en otra ciudad con una de las marcas con las que colaboro, terminé estando apenas dos días completos en París para la temporada fall-winter. Un encuentro fugaz pero sustancioso.

Como nunca antes, tuve un paso híper-exprés por la Semana de la Moda de París.
Como nunca antes, tuve un paso híper-exprés por la Semana de la Moda de París. Ana Beliza.

En esta ocasión, uno de los momentos más memorables fue la presentación de Loewe, que resultó ser —para mi sorpresa— la última colección de Jonathan Anderson para la firma española. La muestra era un estudio cuidado del “objeto de arte” inspirado en un scrapbook, una amalgama de muchas ideas con libertad y autenticidad.

Destacaba una capacidad de materialidad y sensibilidad excepcional y, sobre todo, una intención —según mi interpretación— de que cada pieza fuera contemplada como obra de arte autónoma, que cada objeto hablara por sí mismo, sin modelos ni distracciones, conversando con su entorno, y solo el diseño funcionando como un lenguaje único que hacía su magia.

La segunda experiencia que me evocó el objet d’art fue el desfie de Chanel en el Grand Palais. Para iniciar, el escenario era una gran oda a un emblema: el lazo negro de la maison por excelencia. Visto desde arriba, parecía que todos estábamos sentados dentro de la circunferencia formada por una cinta negra al caer, la misma que decoraba las invitaciones. El desfile, en general, celebró los códigos de la casa, literalmente un poema a esos objetos que se convirtieron en el ADN de la marca y que, a través del tiempo, han funcionado como tótems que definen la esencia de Chanel.

No dejé de sonreír durante todo el evento, pues conforme se iba una pieza que me alegraba llegaba otra. Quedó tatuado en mi memoria elcollar de perlas gigantes que, en realidad, es una cartera. ¡Si eso no es considerado un objet d’art, no sé qué podría serlo! También los botines cuyo tacón era una perla gigante marcada con la doble C y, por supuesto, la interpretación textil de la aclamada iconic bag, la cartera emblemática de la casa, cuyo diseño por Gabrielle Chanel fue pionero al permitir que una mujer llevara sus pertenencias de casa al trabajo y viceversa, como lo hacían los hombres con sus portafolios en aquella época.

Objet’s d’art Ana Beliza
Objet’s d’art Ana Beliza

Todo con un twist brillante: el romance, pues el iconic bag incorpora en su flap superior un bolsillo secreto para cartas de amor. Una magnífica reminiscencia del
valor del objeto como un tótem de identidad, como ancla justa y necesaria en momentos donde reforzar los valores que hacen icónica a una marca resulta más importante que nunca. Por último, está mi paso —por tercera vez— al mundo fascinante, magnético e impredecible de Miuccia Prada y su marca cool por excelencia de los últimos años: Miu Miu.

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Esta vez la relación con el objeto comenzó desde la invitación. Todo el universo del desfile estaba revestido en una seda de amarillo intenso que funcionó como lienzo perfecto para que la diseñadora italiana abordara la feminidad, cuestionando su necesidad en tiempos contemporáneos. Desde el suelo hasta las columnas, todo estaba envuelto en este mundo amarillo, invitando a la experiencia de ver y sentir la materialidad como parte de un todo para enviar un mensaje.

Desde mi punto de vista, el objeto de arte cobra significado en esta colección porque Miuccia parte de la silueta femenina misma para plantear interrogantes que nos invitan a reflexionar, analizar y debatir. Desde los bras cónicos que aluden a la “estética de las abuelas”, pasando por las medias recamadas y los broches hasta culminar con los sombreros de fieltro que fusionan lo tradicional y lo contemporáneo.

La feminidad vista como un objeto y el cuestionamiento sobre su relevancia actual. A la pregunta de Miuccia mi respuesta sería: Bien sûr! Si hay algo que adoro es precisamente esa enigmática línea del ser mujer: tener poderes, pero resistirnos a que nos definan; reconocernos en objetos tan nuestros, pero también desarmarnos y reinventarlo todo.


Mucho amor y sabrosura pura,
¡su Latingal, Beli!


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