Durante su paso por Bogotá, para su show en el Festival Estéreo Picnic, Mon Laferte habló con Marie Claire Colombia. Esto dijo acerca de su nuevo proyecto.
La estética Moulin Rouge se apoderó del escenario Johnnie Walker del Festival Estéreo Picnic, el domingo 30 de marzo. Como salida de otra época, vestida de blanco, Mon Laferte ofreció un show que, fácilmente, entró a los mejores de la edición número 14 de ese encuentro cultural. Con la sensualidad que la caracteriza, y la voz impactante que tiene, la chilena hizo un recorrido por gran parte de su catálogo musical, aquel que la ha llevado a ser una de las artistas latinoamericanas más influyentes de los últimos años.
Comenzó con su canción Tormento, y continuó con composiciones de su repertorio de la relevancia de Aunque te mueras por volver, Mi buen amor, Flaco y Amor completo. Por supuesto, cerró con su clásico Tú falta de querer, generando una inmensa ola de canto del público, quien, a grito herido, y conmovido hasta las lágrimas, no dejó pasar ni una sola nota.
Por primera vez en Colombia, Mon interpretó Otra noche de llorar, canción que se estrenó el 27 de marzo, y que tuvimos la oportunidad de escuchar, antes de su lanzamiento oficial, en el Vive Latino de México. En conversación con Marie Claire Colombia, la cantautora entregó detalles de la creación de aquella composición, y reveló lo que habrá detrás de su próximo álbum: Femme Fatale.

A través de su álbum Autopoiética, lanzado en 2023, Mon exploró sonidos propios de Latinoamérica, algo que le significó un Latin Grammy, en 2024, en la categoría de Mejor Álbum de Música Alternativa. Con Femme Fatale, Laferte tiene una perspectiva diferente, pues asumió su creación desde otra posición.
La construcción de Femme Fatale, el próximo álbum de Mon Laferte
‘Estoy explorando más soul, jazz, blues, pero es música pop. También hay un poquito de mezcla con lo experimental, lo alternativo’, inició diciendo en su charla con la revista. Según mencionó, estos sonidos serán la base de un contenido muy personal, pues, canciones como Otra noche de llorar salieron de escritos que tenía guardados y que fueron redactados por una versión anterior suya.
‘Yo empecé a revisar mis notas del teléfono de hace muchos años y tenía un montón de notas muy fuertes, porque siempre escribo todo. Me encontré cosas así como que decía: wow, qué mal estaba en ese momento, no sé quién era yo, me desconocí. Me propuse que la idea fuera que escucharas el disco y casi que fuera como sentarse conmigo, tomarnos un trago, y contarnos nuestra vida. Entonces, es un poco eso. Son confesiones de mi vida’, señaló.
¿Cuántas noches son suficientes para dejar de llorar?
Mon acepta que ama el drama, incluso, que disfruta de llorar. Es un buen ejercicio, dice, de hecho, a veces lo hace ‘por gusto’. ‘A veces, cuando voy manejando (amo manejar) pongo las canciones más tristes, y lloro. Busco llorar. Hay que hacerlo, es como una limpia. Es liberador. Pienso que hoy la gente le tiene un poquito de miedo a llorar o a sentir, porque en redes sociales es todo positivo, todo es feliz. Es muy tóxico estar forzando la felicidad a fuego. A mí hasta me da felicidad llorar. Te liberas, sientes que soltaste un peso’, sentenció en su charla con Marie Claire Colombia.
En el videoclip de Otra noche de llorar, Mon hizo honor a eso que tanto le gusta: el drama y los clichés llevados a su máxima potencia, incluso, exagerados. La enorme peluca rubia, y el intenso maquillaje que lleva en el cortometraje, son prueba de ello.

‘Me encanta el dramatismo como elemento estético. Lo que quisimos hacer en el video fue una metáfora de lo que es estar en la oscuridad, en la manía, en la locura. Tomamos todos los elementos estéticos de lo que soy yo, que pinto, que canto, que toco el piano, pero llevado a otro personaje, que es esa chica artista de otra época’, reveló.
La necesidad constante de cambiar y lo fugaz de la vida
Si algo tiene claro Mon es que la vida es corta y que, por ende, hacer lo que se nos dé la gana es primordial. Aunque es joven, Mon siente que ha vivido mil vidas en una, justamente, porque no le ha tenido miedo a seguir sus instintos, y a hacer eso que su cuerpo y alma le piden. El cambio, como pieza fundamental de ello, es algo que ama, y algo a lo que no le tiene miedo. Quedarse siendo la misma, para Mon, jamás será una alternativa.
‘Me encanta. Lo único seguro es que está todo cambiando a cada segundo. Me gusta cambiar. Me gusta contradecirme, mirar para atrás y decir: ¿Quién era esa? Me gusta hacer cosas y pensar: yo dije que nunca iba a hacer eso, y lo hice. Me gusta mucho porque también siento que crezco, que salgo de mi zona de confort. Me encanta el cambio y también, como tengo un espíritu medio punketo, pienso que estar cambiando mucho, todo el tiempo, es un signo de rebeldía. Cuando la gente me dice: sé consecuente, o mantente fiel a tus ideales, a tu estilo, yo digo: Ay, qué flojera’, señala.
Para Laferte, ‘con suerte’, estaremos 80 años en el mundo, por lo que vivir haciendo lo mismo no tendrá sentido nunca. ‘Yo quiero experimentarlo todo. No tiene sentido quedarse igual’, recalcó.
La fantasía de ser artista
El síndrome del impostor golpea constantemente a la autora de Pa’ dónde se fue. No creer lo que ha logrado hasta el momento le cuesta, sin embargo, es consciente de que, siendo una niña, siempre vio todo como una posibilidad latente. En el Estéreo Picnic, cantando frente a miles de personas, lo reafirmó.
‘Yo siempre, esto va a sonar muy poco humilde, pero yo desde chiquitita supe que esto iba a ser. Yo decía: yo sé que voy a tocar en escenarios grandes, yo sé que voy a hacer esto, que voy a hacer lo otro. Como que estaba muy segura, o sea, nunca pensé: ay, no me va a funcionar. Pero hoy, en el presente, que ya estoy acostumbrada a cantar ante miles de personas, como que todavía no me la creo, o sea, es raro, es como una contradicción. De hecho, siempre que me voy a subir al escenario, preguntó: ¿será que va a venir gente?’, dice, entre risas.

‘No sé si es como el síndrome del impostor que me dio de adulta, porque cuando era niña era muchísimo más segura en ese sentido, no sé. Cuando eres niña, también, como que te divierte, no hay tanta presión’, añade.
La decisión de llegar a un equilibrio ha sido tomada de manera muy consciente. De convertirse en un filtro que le permite tomar lo bueno y lo malo para estar en un centro amable con ella misma. ‘No escucho tanto lo que me dicen. Sigo fiel a mis ideas, y mis ideas son que a veces lo hago bien, y a veces no; a veces soy impostora, y a veces no. Está bien reconocerlo’.