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Cómo saber qué tipo de piel tienes y qué productos usar según tu caso

Cómo saber qué tipo de piel tienes y qué productos usar según tu caso


Aprender a identificar tu tipo de piel es clave para elegir los productos que realmente necesita tu rostro.


Saber cuál es tu tipo de piel es el primer paso para construir una rutina facial efectiva. Aunque parezca sencillo, muchas veces usamos productos inadecuados por desconocimiento o por seguir tendencias que no se ajustan a nuestras necesidades reales. Identificar correctamente tu tipo de piel te permitirá tomar decisiones más informadas y encontrar fórmulas que te ayuden a mantener un cutis sano, equilibrado y luminoso.

¿Cuáles son los tipos de piel y cómo identificarlos?

Existen cinco tipos de piel: normal, seca, grasa, mixta y sensible. Cada uno tiene características particulares que puedes reconocer si observas cómo reacciona tu piel en distintas situaciones del día, con o sin maquillaje, y frente a cambios de temperatura o productos nuevos.

Cómo saber qué tipo de piel tienes y qué productos usar según tu caso. Cortesía de Freepik.

Piel normal
Es una piel equilibrada, con poros poco visibles, sin exceso de brillo ni zonas resecas. Tiene una textura suave, uniforme y suele tolerar bien distintos productos. Si sientes que tu piel no se enrojece con facilidad, no se engrasa en exceso y no presenta descamación o tirantez, probablemente tengas este tipo de piel.

Piel seca
La piel seca produce menos sebo de lo normal. Se siente tirante después de lavarse, tiende a descamarse o a verse apagada, especialmente en climas fríos o secos. También puede presentar pequeñas líneas de expresión marcadas por la falta de hidratación. Si usas cremas constantemente y aun así sientes incomodidad, probablemente se deba a este tipo de piel.

Piel grasa
Se caracteriza por un exceso de producción de sebo, lo que genera brillo, especialmente en la zona T (frente, nariz y mentón). Los poros suelen estar más dilatados y hay mayor tendencia a los puntos negros, granitos y brotes de acné. Si tu piel se ve brillante al poco tiempo de haberla limpiado, es muy probable que sea grasa.

Piel mixta
Es una combinación entre la piel seca y la grasa. Generalmente, la zona T es más oleosa, mientras que las mejillas y el contorno del rostro pueden ser normales o secas. Este tipo de piel requiere un enfoque equilibrado y, en muchos casos, productos distintos para cada zona.

Piel sensible
Es una piel que reacciona fácilmente a productos, temperaturas o incluso al estrés. Suele presentar rojeces, ardor, picor o descamación. Si notas que tu rostro se enrojece con facilidad o no tolera bien ciertos cosméticos, es probable que tengas piel sensible, y debas optar por fórmulas específicas.

Una forma sencilla de identificar tu tipo de piel es limpiar el rostro con un jabón neutro, dejarlo sin aplicar nada durante una hora y observar su apariencia y sensación. Si luce brillante, es grasa; si se siente tirante, es seca; si se ve uniforme, es normal; si tiene zonas distintas, es mixta; y si se irrita o enrojece, es sensible.

Cómo elegir productos adecuados según tu tipo de piel

Una vez que sepas qué tipo de piel tienes, podrás crear una rutina de cuidado facial mucho más efectiva. Aquí te explicamos qué buscar —y qué evitar— según las necesidades de cada tipo de piel.

Para piel normal
Lo ideal es mantener su equilibrio sin sobrecargarla. Usa limpiadores suaves, hidratantes ligeros y protector solar diario. Puedes incorporar ingredientes como el ácido hialurónico, extractos de plantas y vitamina C para darle luminosidad y prevenir el envejecimiento.

Para piel seca
Prioriza productos ricos en ingredientes humectantes y nutritivos, como aceites naturales, ceramidas, manteca de karité o escualano. Evita limpiadores que resequen y apuesta por fórmulas en crema o bálsamos que calmen y aporten hidratación profunda.

Para piel grasa
Busca productos no comedogénicos, de textura ligera como geles o emulsiones. Ingredientes como el ácido salicílico, la niacinamida, el zinc o el hamamelis ayudan a regular la producción de sebo y mantener los poros limpios. Evita cremas densas o aceites pesados que puedan obstruir los poros.

Para piel mixta
Puedes usar productos equilibrantes en todo el rostro, o aplicar tratamientos diferentes según la zona. Por ejemplo, un gel para la zona T y una crema más nutritiva en las mejillas. Ingredientes como el aloe vera, el ácido hialurónico o el ácido láctico ayudan a mantener el balance sin generar grasa.

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Para piel sensible
Necesitas fórmulas hipoalergénicas, sin perfumes ni alcohol. Ingredientes como la caléndula, la avena, la centella asiática o la alantoína calman la piel, reducen la inflamación y ayudan a fortalecer la barrera cutánea. Es preferible introducir nuevos productos poco a poco y hacer siempre una prueba de sensibilidad.

Ingredientes recomendados para cada necesidad

Además del tipo de piel, también es importante considerar las necesidades específicas que tengas en distintos momentos: hidratación, control de brillo, luminosidad, reparación, entre otras. Algunos ingredientes clave que puedes tener en cuenta:

  • Ácido hialurónico: Apto para todo tipo de piel, excelente para retener agua y mejorar la hidratación sin sensación grasa.
  • Niacinamida: Ayuda a controlar el sebo, mejorar la textura de la piel y reducir la inflamación, ideal para piel grasa o con tendencia al acné.
  • Vitamina C: Ilumina, unifica el tono y estimula la producción de colágeno. Muy útil en pieles normales, secas o apagadas.
  • Ceramidas: Refuerzan la barrera cutánea, ideales para pieles secas o sensibles.
  • Ácido salicílico: Exfoliante suave que penetra en los poros y los limpia, ideal para piel grasa o propensa al acné.
  • Aloe vera y avena coloidal: Calmantes y regenerantes, muy útiles para pieles irritadas o sensibles.
Aprender a identificar tu tipo de piel es clave para elegir los productos que realmente necesita tu rostro. Cortesía dde Freepik.

Elige siempre fórmulas que respondan a lo que tu piel te está pidiendo en ese momento. A veces lo que necesitas no es un producto nuevo, sino ajustar las cantidades o la frecuencia de uso.

¿El tipo de piel puede cambiar con el tiempo?

Sí, tu tipo de piel puede cambiar a lo largo de tu vida. Factores como la edad, el estrés, los cambios hormonales, el clima o incluso el uso prolongado de ciertos productos pueden alterar la manera en que tu piel se comporta.

Por eso, es importante observarla con atención y hacer ajustes cuando sea necesario. Quizá en tu adolescencia tenías piel grasa y hoy tienes piel mixta. O tal vez una rutina demasiado intensa está generando sensibilidad. La clave está en escuchar lo que tu piel te comunica: si está tirante, si luce apagada, si presenta más grasa o reacciones que antes no ocurrían.

Consultar con un dermatólogo o una profesional en cuidado de la piel también puede ayudarte a entender mejor tu tipo de piel y crear una rutina verdaderamente personalizada.


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