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En la moda, ¿la creatividad tiene fórmulas o es mera inspiración de un deseo profundo?

En la moda, ¿la creatividad tiene fórmulas o es mera inspiración de un deseo profundo?

Retrato Ana Beliza

Para su columna para el impreso de Marie Claire Colombia, Ana Beliza nos comparte sobre su pasión por la moda.


En esta ocasión empiezo por contarles que probablemente fui la última en entregar columna para esta edición. En un principio quería tener espacio para procesar la New York Fashion Week y la London Fashion Week, pero a medida que fueron pasando los eventos me preguntaba más y más de qué quería escribir en este espacio tan especial para mí.

Septiembre es un mes mágico, tanto para la moda global como para los sueños. Cuando tuve 15 años ya sabía de manera muy clara que lo mío era la creatividad, me gustaba crear; mi mamá fue la mejor profesora y mi papá me brindó todo el apoyo para lograr mis sueños. En la universidad me gané una beca por diseñar un atuendo inspirado en Jean-Paul Gaultier; a medida que creí, después me presenté en el Bogotá Fashion Week y luego expuse mi tesis en la Panamá Fashion Week, con una colección que llamé Desiderium, la cual tuvo el propósito de expresar el deseo y su transformación.

Si le dijera a esa joven de aquel entonces que a sus 30 años asistirá a los desfiles de las casas de moda que tanto le apasionan o que tendrá su propia columna en Marie Claire, seguro que no me creería. Es más, me atrevo a decir que hasta se le escaparían un par de lágrimas de la ilusión. Sin embargo, he vuelto al tema de mi tesis con un sabor agridulce, al reconocer que nos hemos convertido en seres atados al deseo de manera muy tóxica, ya que somos máquinas de deseo constante y es mi deber, en este espacio amado, cuestionarnos alrededor de ello.

¿Qué queremos de la moda? ¿A dónde se dirige ese deseo? ¿Qué es lo que nos lleva a desear algo: es la sensación de creer que es un tótem, qué nos acercará a algo más, o es la búsqueda de relevancia? ¿Es la fama un afán de figuración? ¿Es la conexión inexplicable con algo que nos genera emociones específicas o quizás la libertad de ser alguien más? Francamente, pensé que al terminar esta columna podría responderme, pero no es así, ya que siento que los espacios de autenticidad que encontraba con facilidad ahora se torna más complejos y que algunas veces la moda, a través de la era digital, se queda en una sensación de comida prefabricada para recalentar en el microondas.

He jugado activamente en la generación de ese deseo y sin lugar a dudas he quedado algo vacía. Soñar con expresiones creativas en un país como el nuestro no es una idea romántica, es una necesidad, un antídoto divino. Sin embargo, pensar en que estamos creando generaciones de ‘fórmulas’ para provocar un deseo constante pone en peligro parte del sueño, pues nos roba la sazón, la calle, la diversidad.

Jonathan Antederson me devuelve el sueño. Tory Burch me genera curiosidad. Sueño con encontrar en septiembre un espacio para el asombro en la cotidianidad de la vida. Estilo en el momento offline, desear por qué me inspira profundamente y no por qué lo veo repetidamente, 500 veces. Quiero respirar, crear, volver y desear… Desear con más fuerza, con alma, con ensoñación, con vida, pero también con propósito. Y ustedes, ¿qué desean de la moda?

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Septiembre: no me defraudes, pues en la moda siempre ha existido un espacio para la terquedad y la ensoñación divina.

Con amor y sabrosura pura,

Su latingal, Beli.


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