Nadia Comăneci: la leyenda de la gimnasia mundial
Hablar de leyendas del deporte mundial es sinónimo de tener una conversación de personalidades como Nadia Comăneci. No por nada, este año hizo parte esencial de la inauguración de los Juegos Olímpicos, al lado de colegas de la talla de Rafael Nadal, Serena Williams, Zinedine Zidane, Carl Lewis, entre otros. La historia de Nadia es tan sorprendente como motivadora, no solo fue la primera gimnasta que logró tener una calificación perfecta por su excelencia, sino que además tuvo que enfrentar decenas de situaciones que parecían salidas de un cuento de terror.
Nadia Comăneci: el talento que obligó a incluir el 10 en el puntaje de los Juegos Olímpicos
Tenía 14 años cuando, en los Juegos Olímpicos de 1976, celebrados en Montreal, fue calificada con un perfecto 10 por parte de los jurados, quienes no salían de su asombro al ver la hazaña de la gimnasta rumana en la disciplina de barras asimétricas. El 18 de julio de 1976 pasó a la historia como uno de los días más importantes del deporte mundial gracias a la entonces adolescente, tanto así, que tuvo que incluirse el puntaje de ’10’ al marcador, pues antes de ella, no existía esa calificación. De hecho, cuando la calificaron tuvieron que poner sobre el tablero el puntaje de 1.0, para dar a entender que Comăneci había sido impecable.
‘Pensé que había hecho un muy buen ejercicio pero no perfecto. Ni siquiera miré el marcador. Entonces oí un gran estruendo en el estadio, me giré hacia el marcador y lo primero que vi fue el 73, que era mi dorsal, y luego el 1,00 debajo. Miré a mis compañeras de equipo y me hicieron un gesto con los hombros de no entender. Fue todo muy rápido. El hecho de que el marcador no pudiera mostrar el 10 hizo que la situación fuera más dramática’, reveló la misma gimnasta rumana en el documental Legends Live On.
Ser una deportista ‘de 10’ no era extraño para Nadia. Ya había conseguido esa anhelada cifra, ese mismo año, en la Copa América de gimnasia celebrada en marzo en el Madison Square Garden de Nueva York. De hecho, consiguió otros seis ’10’ en los Juegos Olímpicos de Montreal. Sin embargo, ser una deportista de ’10’, le significó el sacrificio de muchas cosas, entre ellas, vivir una niñez tranquila.
Maltratada y perseguida: la historia del puntaje perfecto de Nadia Comăneci
Ser entrenada brutalmente por parte de Béla Károlyi puso en riesgo su salud física y mental. Tenía seis años, apenas, cuando llegó a la escuela de gimnasia de Béla y su esposa, Martha. Allí fue víctima de maltrato y fue sometida a castigos crueles cuando cometía errores, cuando su técnica flaqueaba. Reportes obtenidos por la prensa internacional señalan que las niñas que entrenaron con Béla eran golpeadas y obligadas a tener una estricta dieta que, además, era insuficiente para el desarrollo de cualquier deportista sano.
“Las niñas comían pasta de dientes a la noche, antes de acostarse, debido al hambre que tenían. Algunas incluso hablaban en secreto de tomar agua del tanque del inodoro porque muchas veces no les permitían beber agua”, se lee en el libro de Stejarel Olaru, Nadia y la Securitate. La misma Nadia reveló que alguna vez recibió una bofetada por haber ganado 300 gramos en su peso.
Como si eso no fuera suficiente, Nadia entró, posteriormente, a una vigilancia extrema por parte del gobierno rumano. Fue nombrada Heroína del Trabajo Socialista por parte del dictador Nicolae Ceaușescu, lo que le significó a Nadia, entre otras cosas, ser observada todo el tiempo, incluso se le prohibió el país sin supervisión. La imagen de Nadia y talento se terminó convirtiendo en una herramienta de propaganda para el régimen de Ceaușescu.
La fuga de Nadia Comăneci, o la recuperación de su libertad
En la noche del 27 de noviembre de 1989, y la madrugada del 28, Nadia escapó de Rumanía. Como pudo, atravesando un complejo camino, cruzó la frontera húngara. Ya en Hungría, logró pasar a Austria, para luego llegar a Estados Unidos, el 1 de diciembre, país en donde terminó pidiendo asilo político. Un mes después, el régimen de Nicolae Ceaușescu se derribó, algo bueno para la suerte de Nadia, pues el plan del dictador era desprestigiarla mundialmente, con ayuda de sobornos a periodistas y falsa información.
Es de destacar que, para ese entonces, Nadia ya había decidido renunciar a la gimnasia. Su última participación en una competencia como gimnasta fue en los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980. En 1981, determinada, se alejó de la disciplina que la había llevado al éxito y la había convertido en una de las figuras, si no la más importante, del deporte en Rumania. Ha sido condecorada, en dos ocasiones, con la Orden Olímpica. Desde 1993, su nombre hace parte del Salón de la Fama de la Gimnasia.
En la actualidad, Nadia sigue trabajando por el deporte, pero desde una arista diferente. Es propietaria de la Academia Conner de Gimnasia, y trabaja en pro del bienestar de jóvenes gimnastas del mundo. Es presidenta honoraria de la Federación Rumana de Gimnasia, presidenta honoraria del Comité Olímpico Rumano y es miembro de la Fundación de la Federación Internacional de Gimnasia.