La reutilización de la ropa y el mercado de segunda mano existen desde hace siglos, por lo que la moda circular no es una tendencia reciente. Si bien hoy existe una mayor conciencia sobre el consumo de moda y los discursos en torno a la ropa de segunda mano se enfocan en la sostenibilidad, este fenómeno tiene una larga historia.
Revisemos la historia
En la Edad Media y el Renacimiento, la ropa era un bien valioso que se heredaba de generación en generación. La nobleza y la aristocracia solían donar sus prendas a sus sirvientes, prolongando su ciclo de vida. Más adelante, con la Revolución
Industrial en los siglos XVIII y XIX, aunque la producción masiva hizo más accesible la ropa nueva, la moda de segunda mano mantuvo su popularidad en Europa, especialmente entre las clases trabajadoras.
Durante los tiempos de guerra en el Viejo Continente, muchas mujeres, particularmente las judías, se vieron forzadas a vender sus pertenencias de lujo, como joyas y pieles, para sobrevivir. Estos antecedentes históricos evidencian que la ropa usada no es una novedad, aunque en algunos países latinoamericanos aún se perciba así. En los años sesenta surgió una conciencia ecológica en torno a la moda. Diseñadores y ambientalistas comenzaron a cuestionar el impacto de la producción excesiva de ropa nueva.

Sin embargo, no fue sino hasta la década del 2000 cuando la preocupación por la sobreproducción textil tomó mayor relevancia. Para 2010, el movimiento Slow Fashion ganó popularidad como respuesta al fast fashion, promoviendo la compra
de segunda mano, la reutilización y la reparación de prendas. En la actualidad, la ropa de segunda mano goza de una popularidad sin precedentes, convirtiéndose en una opción atractiva para los consumidores conscientes.
Diferencias culturales en el consumo de ropa usada
El consumo de moda de segunda mano varía significativamente según la cultura y la región. En Japón y Corea del Sur, el mercado de ropa usada es enorme, con tiendas especializadas en casi todas las calles. Su especialidad es el second hand de lujo, con estrictos controles de autenticidad y originalidad.
En los países escandinavos —Dinamarca, Suecia y Noruega—, la reutilización de moda forma parte de un estilo de vida sostenible que abarca todas las industrias. En estas regiones, las tiendas de segunda mano ofrecen productos cuyo valor puede superar al de las prendas nuevas, debido al costo y la complejidad de los procesos de restauración y reparación.
No hay nada más sostenible que lo que ya existe, pero restaurar y reparar siempre implicará más tiempo y trabajo, lo que incrementa su valor económico. En contraste, en muchos países latinoamericanos, la moda de segunda mano enfrenta barreras
culturales. Existen creencias sobre las energías de los dueños anteriores de las prendas, lo que genera resistencia a su compra. Además, el valor de la reutilización sigue siendo poco comprendido, lo que lleva a muchos consumidores a preferir ropa nueva en lugar de prendas restauradas o usadas.

El reto de transformar la percepción en Latinoamérica
Si bien esta mentalidad ha comenzado a cambiar, aún queda un largo camino por recorrer. En mi experiencia como creadora de Garage Sale by EM, una empresa de moda sostenible, el desafío en Colombia no solo radica en impulsar la moda circular a través de la compra de clósets y procesos de limpieza y reparación, sino también generar una conversación en torno a su valor. Resulta fundamental educar sobre los beneficios ambientales de la reutilización y transformar la percepción de la ropa de segunda mano, destacando su calidad, historia y exclusividad.
La moda sostenible, y más específicamente la moda circular, representa hoy la forma más consciente de consumo y la mejor alternativa para un futuro más responsable. Además, en términos de estilo, el second hand es la manera más chic y auténtica de construir una identidad a través de la moda, ya que permite a las personas alejarse de las tendencias pasajeras y vestir según su verdadero gusto,
creando así un estilo único y personal.
Por: Eleonora Morales