¡Bogotá! Distrito Capital del coolness local

Experimentamos la ciudad bajo un velo de cultura muy refrescante. Desde el teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo hasta la Candelaria, hubo exploraciones relacionadas con la moda desde todo tipo de ópticas con un común denominador:
la intención innegable de los bogotanos de que su ciudad forme parte del sistema moda.

Durante una semana, 115 marcas expusieron sus creaciones a compradores de todo el mundo que culminaron en pasarelas desde las 6 de la tarde hasta las 10 de la noche. Incluso, durante el día se contó con la posibilidad de asistir a jornadas académicas: espacios en donde se crearon conversaciones relevantes con relación a los diversos saberes dentro del sistema moda en nuestro país, curadas por una autoridad del medio y las letras, Rocío Arias y su Silla Verde.

Me quedé con una enseñanza de oro y es que el poder de la colectividad todo lo puede. El trabajo en equipo realmente hace la diferencia, así como lo expresó el diseñador Alejandro Crocker con un cartel hecho en tela el cual presentó para cerrar su pasarela y la séptima edición del BFW. Encontrarme con personas, como Felipe Espinosa de 3cero2, produciendo las pasarelas; Alina Vélez y su equipo, al mando de la logística y los detalles; Juan Esteban Montufar en el seating (una institución Colombiana) que ha liderado el front row de todas las pasarelas importantes de este país (desde que tengo memoria) y la hermosa sensación de que originalmente se está pensando esto como una gran orquesta. Un espacio en donde cada saber es preciso y para ello, se requiere la experiencia al unísono de lo mejor que tenemos.

Habiendo dicho esto, a lo que vinimos compañeros, mis ganadores indiscutibles de esta séptima edición.

Ocupando el primer lugar la maravillosa ANDREA LANDA, quien mostró no sólo que está lista para presentarse en cualquier lugar del mundo sino que también ha adquirido una maestría muy específica que la diferencia de todos los diseñadores que conozco. Ella tiene una madre cuya marca se dedicaba a la marroquinería de lujo local llamada Ana María Aguirre. Con el tiempo, Andrea heredó los saberes de su madre y los trasladó al ready to wear. Para esta diseñadora, el cuero siempre ha sido un lenguaje común y hoy más que nunca podemos distinguir que fluye con mucha naturalidad en ella. Su colección llamada Sahara —si bien está inspirada en desierto, su mayor obsesión durante la elaboración de estas piezas— se concentró en transformar el cuero en un material ligero, que pudiera llegar a todo tipo de clima y darle la cualidad de una gasa, una hoja de cuero llena de delicadeza y frescura, transformando el textil en una fibra capaz de transitar, en más de una ocasión, de uso.

Lo anterior, junto con el juego de color para lograr un degrade en el cuero, el amarillo vibrante, el efecto tweed y el tratamiento del cuero en los looks blancos fueron para mí lo más auténtico, propositivo e interesante de toda la semana. Puedo ver a Zendaya, Zoe Kravitz, Dua Lipa, Rosalía y a tantos personajes dentro de la narrativa de Landa, que espero, de todo corazón, que muy pronto su talento conquiste al mundo entero.

Por otro lado, con el descubrimiento de LA PETITE MORT y su colección Hechos de maíz, no solo encontré una mirada fresca en moda masculina sino también una exploración de chaquetería y sastrería muy estimulante. El estilismo de esta pasarela, a cargo de Iván Ramírez, fue una de las razones por las cuales se quedó tan grabada en mi memoria; un buen recordatorio para considerar, siempre que sea posible, colaborar con un stylist a la hora de crear este tipo de presentaciones. Una de las chaquetas que parecía un lino, algo desdibujada y con un forro que intencionalmente se salía de la prenda, es una de esas piezas que me flechó desde el principio y que sueño tener en mi clóset.

Otra sorpresa interesante fue GENErAL y su colección llamada WoW, inspirada en la capacidad del asombro. La marca siempre ha redefinido la relación entre al arte y la moda y, en esta ocasión, nos presentó la historia del proceso creativo de un artista a lo largo de los 10 looks de carácter editorial. Fue muy refrescante encontrar una propuesta creativa que busca interiorizar el espacio conceptual, como un reflejo alegre de las nuevas generaciones curiosas, auténticas e inquietas; además, el casting me pareció un ejercicio inteligente y coherente con la marca. De mis piezas favoritas de la colección se encuentra un trench coat en denim junto a una bufanda que llega al piso. Según me explicaba su fundador Martín, las piezas fueron realizadas con procesos artesanales y piñatas a mano, de las cuales existe una de cada una. Una conversación entre moda y arte que esperamos pueda extenderse a diferentes actores de ambos mundos para subsistir en el tiempo, como ejercicio y como negocio.

Otros talentos maravillosos que vale la pena revisar: Laura de Papel, directora creativa de PAPEL DE PUNTO, que presentó su colección Bogotá, la cual es divertida y comercial, preservando un contacto con la ciudad; MAYORGA y su colección Así se goza, styled por Pamela García; CALA DE LA CRUZ y su primera colección Holiday, dentro del marco de “Gaia”; ATELIER CRUMP nos presentó La coleccionista, recordándonos quién es la líder del power suit para la mujer de la ciudad; por último, Pilar Castaño y su proyecto PUENTE, que por primera vez abre un espacio dentro de la fashion week, para que la moda masiva de San Victorino —un espacio vibrante y comercialmente importantísimo para la ciudad— tuviese un espacio para conversar.

Me quedo feliz y con ganas de ir por un par de piezas que logren quedarse conmigo un buen tiempo y a lo largo de distintos espacios, para gritar a voces, a donde llegue, que la moda colombiana es insuperable y que en Bogotá la creatividad nos mueve.